martes, 21 de septiembre de 2010

Un recuerdo de Roberto Firpo

Por aquellos tiempos las orquestas solían tener épocas en que el trabajo mermaba, entonces se dedicaban a efectuar giras por las principales ciudades del interior del país. Previamente, contaban con un representante que viajaba por los lugares mas importantes, combinando fechas, horarios y tratando de que fueran lugares próximos unos de otros, para así abarcar mayor cantidad de presentaciones en el menor tiempo y ahorrar en viajes, hoteles, etc.

Esta vez fue Catamarca, Tucuman, Sgo. del Estero y sus alrededores, firmando cont4ratos en clubes, cines, hoteles de categoría y en cuanto lugar de cierta jerarquía donde pudiese interesar la actuación de la orquesta, que por otra parte era todo un acontecimiento en el lugar donde llegaba y contaba siempre con un lleno absoluto, lo que redundaba en buenas ganancias al final de cada gira, que esta vez finalizaría en Sgo. del Estero.

Pero antes había un pequeño villorrio, que estaba recién tomando cierto renombre por la fama de sus aguas termales, que se decía eran sumamente beneficiosas para el reumatismo y las afecciones de la piel, unido a un clima muy atractivo en invierno, ya que todos los días eran muy templados y sin lluvias, lo que daba lugar a que los tucumanos, eternos adversarios de los santiagueños, dijeran que para que los peces aprendieran a nadar, los santiagueños debían escupir.

Teniendo todo esto en cuenta, concurría en invierno mucha gente mayor, sobre todo adinerada, para descansar y gozar en invierno de su clima. Se había inaugurado un lujoso -para la época- hotel con apropiadas comodidades, amplias bañera y piletas donde surgían desde grandes profundidades importantes chorros de aguas muy calientes, termales, con las supuestas propiedades curativas. Era el Parque Hotel. Como para llegar a Santiago había que pasar por Río Hondo ya que no había otro camino, el representante se enteró que en el mencionado hotel los domingos por la tarde se realizaban tés danzantes que comenzaban a temprana hora, finalizando en horas de la cena, y que tenían gran éxito de concurrentes y allí se dirigió, teniendo exitosa acogida y firmando otro contrato para la actuación de la orquesta en uno de esos domingos.

(Continuará)

El Cachafaz


miércoles, 15 de septiembre de 2010

Lo acobardó la soledad

El Malevo miraba por TV el partido de la selección nacional de básquet con los españoles. De repente, de un entrevero bajo el aro argentino, sale corriendo un jugador argentino con la pelota, solo. Así llega al aro español, y sin ninguna oposición, ensaya una volcada. ¡Y yerra!
El comentarista señala: "lo acobardó la soledad".
Para el oyente común era un comentario extraño, quizás en todo caso poético.
Para el tanguero, era una cita prestigiosa, oportuna y repentista, nada menos que la del comienzo de "Como dos extraños", que nosotros, como pequeño homenaje, ofrecemos a nuestros amigos en versión de Adriana Varela.

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