El tango se va arrimando al centro


Y surgen los autores y títulos que entran a tomar fama. El Choclo, y las cantantes Linda Tema o Dora Miramar que lo hacían desde los tinglados de la calle Esmeralda o 25 de Mayo, épocas de Angel Villoldo, Saborido, Filiberto, mas luego Rosita Quiroga, la inolvidable Tita Merello, Azucena Maizani, Mercedes Simone y tantas otras. Para darle un lugar a Libertad Lamarque que solía estrenar los tangos ya en los populares sainetes escritos por Vacarezza y estrenados en el teatro El Nacional.
El tango comenzó a ganar espacio, y de a poco se fue acercando al "centro" se arrimaron buenos letristas, se fueron incorporando orquestas, apareció el piano, emprendiendo la guitarra cautelosa retirada. Los tangos mas populares ya se tarareaban en algunas esquinas y hasta se comenzaban a grabar. Eran discos de pasta que tenían solamente una composición en cada cara, y se tocaban en unos gramófonos, a los que había que darles cuerda para que funcionaran, cambiándoles la púa frecuentemente.
En los cafés de algunos barrios aparecieron unos palcos, donde algunas mujeres ataviadas para la ocasión, se encargaban de cambiar los discos y dar cuerda al mamotreto eligiendo los tangos, que mediante papeles escritos por los parroquianos, le alcanzaban los mozos. Corriendo el tiempo esa práctica de los palcos, pero con orquestas ya de categoría, se extendió a la vieja calle Corrientes, entonces angosta y de una sola mano. Fueron famosos el café Marzzotto y El Nacional, que estaban a pocas cuadras de lo que es hoy la avenida 9 de Julio y cuando ensancharon Corrientes la voracidad de grandes edificaciones los hicieron desaparecer. Hay una letra de tango -no recuerdo en este momento el nombre-, pero sí esos versos que decían:
¿Que te pasa Bs.As.?
Ya no sos la misma de antes,
Que si volviera Carlitos
Llorando de indignación,
Reclamaría cabrero:
Pongan los palcos tangueros
No me hagan pasar calor...
Hoy presentamos un clásico, de la época de oro del tango. Sur, por Aníbal Troilo. Nos habla con nostalgia del arrabal ya perdido, fue escrito por un gran poeta tanguero Homero Manzi, y lo canta la grave y varonil voz del "mudo" Edmundo Rivero, espero sea de vuestro agrado.
El Cachafaz