domingo, 14 de diciembre de 2008

Los bailes de barrio II










Domingo Federico

Y escribo con amplio conocimiento de causa, porque toda esa ceremonia me tocó vivirla, ya que en uno de esos bailes conocí a la que es mi señora...
Luego, para carnaval, se acostumbraba efectuar lo que se llamaban asaltos, bailes a los que se concurría rigurosamente disfrazado. No se permitía la entrada de otra forma,
y ya se aflojaba un poco el ceremonial, porque se efectuaban en grandes casas con amplios jardines y buenas oportunidades para escabullirse de la vigilancia y robar algunos besos.
Y esos eran los sitios donde se bailaba, salvo los cabarets -la palabra boliche no existía- como tampoco los borrachos ni las grescas al salir del baile, tan comunes ahora.
También en los cabarets existía un ceremonial establecido. Las mujeres, empleadas de la casa, concurrían vestidas de largo, y estaban sentadas solas en las mesas, donde los hombres las sacaban a bailar e invitaban con una copa, si querían seguir bailando con la misma chica. Se podía bailar apretado, pero no se permitían manoseos ni otras intenciones. Si la mujer aceptaba salir con el hombre, tenía que ser a la salida del baile, ya que dentro del salón estaba terminantemente prohibido cualquier trato que fuera mas allá del simple baile. Las mujeres tenían un porcentaje sobre las copas a las que eran invitadas -generalmente pedían whisky, que venía ya servido y era té con unos cubitos dentro de las copas.
Fueron famosos los cabarets céntricos, puestos lujosamente, como el Tabarís, el Chantecler, el Tibidabo, el Marabú, y algún otro que ahora se me escapa.
Ya el tango contaba con muy buenas orquestas, las iniciales: Firpo, Arolas, el pibe Ernesto, De Caro, Canaro, Lomuto y las más famosas que se fueron agregando, y de las que ya hablaremos mas adelante. Olvidaba a Juan Maglio Pacho Vicente Greco, Ciriaco Ortiz, y Don Pedro Maffia.
El Cachafaz

Comoo señalé antes, vengo del jazz, y si bien el tango me llega, tengo preferencias muy específicas. Otro tanto en lo que hace a los cantantes. En realidad, mientras que hay muchísimos tangueros que se deliran por los cantores de Troilo y Publiese, personalmente y sin restarles méritos, hay sólo dos cantantes que me llegan profundamente: Carlos Vidal, cantor de Domingo Federico; y Enrique Campos, que cantaba con Ricardo Tanturi. Uno fino y otro reo. Porque -algún día hablaremos de eso- hay orquestas finas y orquestas reas. Y correspondientemente, hay cantantes finos y cantantes reos.
Ahora bien, ¿porquè, habiendo tantos cantantes famosos de tango, elegir sólo estos dos? Bueno, porqué nos gusta un cantante es algo misterioso. Yo diría que nos mueve algo muy adentro, que su particular modulación, su manera de hacer las pausas, todo aquello, en fin, que diferencia a un cantante de otro, nos hace vibrar y conmueve de una manera muy especial. No es, obviamente, un juicio de valor, sino una preferencia.
Hoy quiero presentarles una creación que es de culto: Yuyo Verde, con la orquesta de Domingo Federico, cantado por Carlos Vidal. La música es del mismo Federico, y la letra pertenece a Homero Expósito.
Destaco el arranque con el ataque de los bandoneones, acompañado por los violines. Luego el piano, tocando la melodìa y marcando el compás, y detrás el percutido de los bandoneones, hasta que ingresa Vidal. Bien de abajo, lejano, evocador, estremecidoo, como lanzando a su pesar una queja lastimera, pero siempre persuasivo, como confiándonos una confidencia. Por momentos trasunta también cierta rabia, por el pesar de lo perdido, por la nostalgia de aquel callejón y aquella mujer que ya no existen más.
Aunque confieso que esa repetición, cinco versos más abajo, de ese "íbamos perdidos de la mano", me parece un imperdonabl descuido; bastante habitual, por desgracia, en nuestros compositores del tango, que a veces no revisaban suficientemente sus originales.
El Malevo

domingo, 7 de diciembre de 2008

Los bailes de barrio



Aníbal Troilo

El tango fue copando los clubes de barrio, donde se bailaba sábados y domingos pero con un riguroso
horario: a las 24 hs, se tocaba la última
pieza y todo el mundo a su casa. Allí comencé a disfrutar del tango, que aprendimos a bailar en casa de amigos que ya lo frecuentaban. Para la gente joven que nos está leyendo parecerá de ciencia ficción, pero les cuento cómo eran aquellos bailes, que por cierto perduraron por bastante tiempo.
Iban llegando por separado los muchachos y las chicas, acompañadas por sus madres o alguna tía solterona y voluntariosa que sentadas hacían rueda alrededor de la pista, vigilando el ceremonioso ritual. Niñas de un lado, y jóvenes por otro, aguardaban su turno para salir a bailar, ya que el hombre, generalmente en un extremo del salón, o la pista, se tenía que dirigir caminando hacia la elegida, y mediante una pequeña reverencia, le solicitaba ser su pareja. Terminado el baile la volvía a acompañar hasta donde estaba con sus amigas y el ruedo de madres, que no perdían pisada, y si veían que la pareja de la nena apretaba mucho, o pretendía "meter pierna", le prohibían que volviera a aceptar otro baile con ese individuo. Sí gente, así eran las costumbres de aquella época.
Terminado el baile, cada uno para su destino, sin ninguna clase de desmanes ni alborotos. Sí algún muchacho había hecho buenas migas con su pareja, con la secreta complicidad de la madre, se le permitía acompañarlas unos pasos mas atrás y solamente hasta la esquina donde se despedía, muy ceremoniosamente, hasta el próximo baile.
Si la cosa parecía que iba en serio, al tiempo ya llegaban juntos hasta la puerta de la casa, donde los dejaban solos unos breves instantes para despedirse hasta que se oía desde adentro el llamado de "nena", la que con breve saludo partía corriendo hacia el interior de la vivienda.
Sí, para lograr un beso, y, ojo, nada de meter lengua, había que pasar varios meses de amansadora.

La ilustración musical de la semana es un tango moderno, que sin embargo se encuadra dentro de la filosofía musical del tango clásico.
Su título es Danzarín, y pertenece a Julián Plaza, destacado compositor y arreglador de las orquestas de Atilio Stampone, Leopoldo Federico, Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese, entre otras, y que tenía la curiosa característica de titular sus creaciones con una sola palabra: los tangos Sensiblero, Melancólico, Nostálgico y Disonante, y las milongas: Dominguera (ciudadana), Payadora (criolla), Nocturna (ciudadana) y Morena (milonga candombe).
Danzarín es un tango instrumental, y lo interpreta la orquesta del gran Pichuco, con arreglo musical, claro, del autor.
El Cachafaz.

domingo, 30 de noviembre de 2008

El tango se va arrimando al centro


Aníbal Troilo Edmundo Rivero
Ya el tango va tomando fama, y alguna primita se atreve a pedirle a uno de los atrevidos miembros de la sociedad, concurrente a los bailongos, que le enseñe algunos pasos de esa curiosa danza, que ya está arrimándose al centro.
Y surgen los autores y títulos que entran a tomar fama. El Choclo, y las cantantes Linda Tema o Dora Miramar que lo hacían desde los tinglados de la calle Esmeralda o 25 de Mayo, épocas de Angel Villoldo, Saborido, Filiberto, mas luego Rosita Quiroga, la inolvidable Tita Merello, Azucena Maizani, Mercedes Simone y tantas otras. Para darle un lugar a Libertad Lamarque que solía estrenar los tangos ya en los populares sainetes escritos por Vacarezza y estrenados en el teatro El Nacional.
El tango comenzó a ganar espacio, y de a poco se fue acercando al "centro" se arrimaron buenos letristas, se fueron incorporando orquestas, apareció el piano, emprendiendo la guitarra cautelosa retirada. Los tangos mas populares ya se tarareaban en algunas esquinas y hasta se comenzaban a grabar. Eran discos de pasta que tenían solamente una composición en cada cara, y se tocaban en unos gramófonos, a los que había que darles cuerda para que funcionaran, cambiándoles la púa frecuentemente.
En los cafés de algunos barrios aparecieron unos palcos, donde algunas mujeres ataviadas para la ocasión, se encargaban de cambiar los discos y dar cuerda al mamotreto eligiendo los tangos, que mediante papeles escritos por los parroquianos, le alcanzaban los mozos. Corriendo el tiempo esa práctica de los palcos, pero con orquestas ya de categoría, se extendió a la vieja calle Corrientes, entonces angosta y de una sola mano. Fueron famosos el café Marzzotto y El Nacional, que estaban a pocas cuadras de lo que es hoy la avenida 9 de Julio y cuando ensancharon Corrientes la voracidad de grandes edificaciones los hicieron desaparecer. Hay una letra de tango -no recuerdo en este momento el nombre-, pero sí esos versos que decían:
¿Que te pasa Bs.As.?
Ya no sos la misma de antes,
Que si volviera Carlitos
Llorando de indignación,
Reclamaría cabrero:
Pongan los palcos tangueros
No me hagan pasar calor...
Hoy presentamos un clásico, de la época de oro del tango. Sur, por Aníbal Troilo. Nos habla con nostalgia del arrabal ya perdido, fue escrito por un gran poeta tanguero Homero Manzi, y lo canta la grave y varonil voz del "mudo" Edmundo Rivero, espero sea de vuestro agrado.
El Cachafaz

viernes, 28 de noviembre de 2008

La mariposa - Osvaldo Pugliese


El Malevo, como dice su reseña, tiene una particular relación con el tango. Medio de soslayo y medio condicionada, podría decirse. O sea, no le gusta todo el tango.
Pero hay cosas que le gustan muchísimo. Entre ellas -adelanto, porque serán mis elecciones habituales- De Caro (todo un precursor), Domingo Federico con carlos Vidal, Tanturi, especialmente con Enrique Campos y, por supuesto, Troilo y Pugliese.
Hoy quiero presentarles uno de los para mí monumentos del tango: La mariposa, por Osvaldo Pugliese. Todo un clásico, en el que se muestra todo el potencial de este género: el ritmo, la utilización a pleno de la orquesta y de las secciones instrumentales, el inspirado arreglo orquestal con una talentosa utilización de tiempos y silencios.
Creo que es inútil hablar de la música: la música hay que escucharla, pero me permito subrayar tan solo la perfecta alternancia de bandoneones y violines, siempre con el piano detrás, que irrumpe con sus breves pero autorizados comentarios señalando que es el que manda, y dando paso, cuando la ocasión lo requiere, a la orquesta en conjunto. Violines y bandoneones que estiran y acortan el tiempo del compás, creando un suspenso que siempre interrumpe el piano o la orquesta en el instante preciso.
Nadie puede dudar de que este es un tango (un tangazo). Y un clásico.
El Malevo

sábado, 15 de noviembre de 2008

Un poco de historia


Voy a historiar un poco, sin alardear de erudito, cómo nació nuestro tango.
Ignoramos dónde se originaron las primeras composiciones. Indiscutiblemente comenzó en los arrabales. La tocaban y bailaban los orilleros, diría Borges, los músicos: violín, flauta y guitarra, que tocaban de oído, aún no conocían la música escrita. Se bailaba en peringundines, boliches de mala fama, lupanares y en las esquinas de las pulperías, siempre entre hombres, guapos de toda laya, milicos bien criollos que han estado aguantando a la indiada en los fortines. Mas tarde se agregaron las chinas cuarteleras, y ya se van mezclando los civiles, comienza a bailarse en los conventillos, y aparecen músicos y letristas que imponen sus composiciones, sacadas todas de la realidad de aquel entonces. El baile... La hembra gira y el macho cruza la pierna, la entra... y ella se sienta dócil y se duerme en el hombro, embelesada. Una de las primeras letras:
Para el corte soy un camba,
bailando como el que más,
sin ser como el Cachafaz,
yo tambien meto la gamba.

Luego comienzan a surgir los boliches con glorietas, el famoso, lo de Hansen en Palermo, donde comienzan a concurrir los jaileifes del centro, y se dirimían predominios sobre una mujer a facón limpio. Entre los orilleros predominaban los bailes en conventillos, hubo un famoso tango, que ya haremos escuchar, con esta hermosa y descriptiva letra:
El conventillo luce,
ropaje de etiqueta,
las paicas van llegando,
deseosas de bailar...

Continuamos nuestras entregas con un tema. Esta vez, y no podía ser de otra manera, es el gran Carlitos en El día que me quieras, tango que dio la vuelta al mundo y fue grabado por los mejores intérpretes y siempre se sigue escuchando con gusto. Una romántica y muy hermosa letra, y no hablemos del Cantor...
El cachafaz

domingo, 9 de noviembre de 2008

La cumparsita


Con mi amigo "El Malevo" decidimos iniciar esta modesta página dedicada a difundir el tango. Notamos cierta indiferencia en nuestro pueblo ante nuestra música nacional por excelencia.
Vienen turistas de todo el mundo a escucharlo y a aprender a bailarlo en pocos aunque buenos reductos que solo existen "for export", ya que nosotros, en su gran mayoría, ni conocemos.
Cuando el tango se escucha con veneración por todo el mundo, nosotros lo ignoramos olímpicamente. Nuestra gente joven prefiere pagar caras entradas para ¿escuchar? orquestas de rock que vienen de afuera, con letras que muy pocos pueden traducir, saltando -no bailando- raros ritmos que, en su generalidad carecen de una melodía atrapante.
Como sí sucede en cambio con nuestro querido tango, que hace no muchos años, se bailaba fervorosamente en todos los clubes y salones distinguidos. Claro, no existian aún los llamados "boliches".
Por aquellos entonces, en un diario llamado El Mundo, equivalente del actual Clarín, los sábados aparecían cuatro paginas de avisos de clubes y lugares donde actuaban orquestas de tango, y a fe que se llenaban.
Ahora ha desaparecido hasta de la radio, donde raramente se escucha algún tango. Ni que decir de la television, de donde ha desaparecido por completo. Y es nuestra danza tradicional...
Ahora nos resignamos a escucharlo en películas extranjeras, ¿recuerdan a Al Pacino bailando un tango inolvidable en Perfume de mujer?
Si hasta Rodolfo Valentino intentó bailar El Choclo, no recuerdo en qué película.
En tanto, en Uruguay en el céntrico y transitado palacio Barolo, todos los días a las 17 hs. propalan a todo volumen La Comparsita que ellos consideran su tango. Pero de eso hablaremos más adelante.

La idea es presentar un tango por semana. Esta vez, como es número inauguración, presentaremos dos.
El primer tango con que inauguraremos nuestro extenso periplo será con el himno de todos los tangos: LA CUMPARSITA.
Creada por Mattos Rodriguez, por supuesto que en el Uruguay, más debo hacer una aclaración, por ello la eterna disputa con nuestros hermanos uruguayos por su paternidad. Mattos la escribió no como un tango, sino como una especie de candombe para acompañamiento de las célebres comparsas -aún se estila- que desfilaban en los corsos de carnaval en Montevideo. Su música, hermosa y pegadiza, viajó rapidamente a nuestro país, donde la adaptaron e interpretaron las diversas orquestas de tango de ese entonces, y así con gran éxito dió la vuelta al mundo, y aún se sigue escuchando en todos lados.
La 1a. versión que escucharçan es una excelente versión en la orquesta del maestro D'Arienzo hecha para bailar, bien marcados sus compases y a toda orquesta, y la dedico en especial a mi entrañable sobrino Matias para que vea que además del rock, existen otros "sonidos".
Continuamos con el mismo tango, pero ya con un excelente recitado en la varonil voz de Julio Sosa, un cantor bien reo, con mucha calle, lamentable y trágicamente desaparecido en un accidente automovilístico cuando estaba en lo mejor de su carrera. Juzguen ustedes.

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