jueves, 22 de julio de 2010

Ahora Magaldi

Prosiguiendo con los recuerdos de El Chachafaz, nos ocupamos hoy de Magaldi. Junto con Corsini, integraban el dúo de lo que se llamaba entonces "cantores nacionales". Esto quería decir que no cultivaban un género determinado, sino que abarcaban todo lo que fuera música nacional: rancheras, valses, milongas, y tangos, claro.

Debo confesar que para mí, tanto Corsini, como Magaldi, fueron cantores que se podrían situar en un mismo nivel que Gardel.
¡Sacrilegio! gritarán al unísono sus fanas. Pero recordemos las palabras de Rilke: "la fama es un montón de malentendidos acumulados en torno de una persona".
No sabría -no me interesa intentarlo-, explicar porqué en esta contienda que ninguno de ellos entabló, prevaleció Gardel.
Corsini y Magaldi eran personas sencillas. Hacían giras por los pueblos del interior, cantando sus canciones, acompañados o no por el infaltable trío de guitarras, cantando de tanto en tanto en las radios; donde los contrataran, en fin. En una de esas giras, cuenta la leyenda, conoció en Junín a Eva Duarte y la invitó a venirse con él a Buenos Aires (quizás ese fue el final de la posible gloria de Magaldi).
Gardel, en cambio, fue a París, a New York, filmó películas, alcanzó la fama que los otros no.
Si fue la pinta, diríamos que no. Miremos a Magaldi, al que vemos en el post anterior; las pintas de Magaldi y Corsini eran comparables a la de Gardel: el mismo pelo engominado, la misma sonrisa, el mismo rostro seductor.
En cuanto a la voz, juzguen ustedes. Aquí tienen uno de sus clásicos: "El penado 14".

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