BREVE HISTORIA DE LA RADIODIFUSIÓN.
La primera trasmisión de radio en nuestro país fue por l920, y según dicen, la primera que se efectuó mundialmente. La realizó el Dr. Enrique Susini con un grupo de amigos, todos muy aficionados a este nuevo invento que se llamaba radio a galena, ya que su principal elemento eran 2 cristales de un mineral -galena- y la construcción del aparato era bastante elemental, lógicamente para los entendidos en el tema. Este grupo, unas tres o cuatro personas, fabricaron unos 30 aparatos que distribuyeron entre sus íntimos, y se dispusieron a efectuar la trasmisión. Debo aclarar que cada aparato podía ser escuchado por una sola persona, porque disponía solamente de un par de auriculares.
La trasmisión ocurrió desde la azota del teatro Liceo, y fue la ópera Parsifal directamente desde el teatro Colón, ignoro como se realizaba la cuestión.
Lo que recuerdo es que al grupo encabezado por el Dr. Susini les quedó el mote de los locos de la azotea.
La radio a galena fue una revolución. Todo el mundo quería tenerla. Al principio, como todas las cosas, fue posible para las clases acomodadas, pero luego, dado lo fácil de su construcción, pudo ser adquirida por todo el mundo.
La dificultad dado que poseia un solo par de auriculares, es que sólo una persona solamente podía darse el gusto de escucharla.
Así fue que alguien con ingenio, no recuerdo su nombre, sí que pasaron cerca de 10 años para que ocurriera, desarrolló las radios a válvula. Eran unos tremendos armatostes con dos parlantes a los costados. Dado su formato, las apodaron radios capillas. Y junto a ellas, también aparecieron los avisados comerciantes que viendo las posibilidades que ofrecía, crearon emisoras de radio, pomposamente llamadas broadcasting.
Así surgieron Radio Belgrano -la más popular-, El Mundo, de mayor jerarquìa. Splendid, Stentor y otras que sería tedioso nombrar. Empezaron a hacerse populares ciertos programas. Recuerdo que se habían puesto de moda las telenovelas, sobre todo una que tuvo gran trascendencia, Chispazos de tradición. Sucedía todo en una estancia, con romances, crímenes, gauchos a granel, policías corruptos (¿ya en esa época?). Se trasmitía al atardecer y reunía en el comedor de cada casa, lugar donde por su tamaño estaba instalada la radio, a toda la familia, que seguía cada capitulo con pasión, generándose discusiones y peleas por querer adivinar el destino de los actores, y ríanse: la novela estaba escrita por un buen español llamado González Pulido, y así perduró largo tiempo ésa moda, hasta que vinieron otras nuevas.
¿Quiénes recuerdan los patines, las lanchitas po-po, el manomóvil, las primeras bicicletas, el yo-yo, ¡el yo-yo! ¿qué niño y no tan niño, no tuvo uno? pero éstas son otras historias que fueron declinando y surgió una nueva moda: La caza de la perdiz.
Al comienzo la practicaban las clases mas pudientes, por el costo de sus elementos: escopetas, perros amaestrados, y vestimenta a la moda, botas, amplias bombachas, chaquetas de cuero con grandes bolsillos y morrales, y al campo, a voltear perdices.
Para aquellos que no las conocen les diré que eran unas pequeñas aves del tamaño de una paloma. Había una raza de mayor tamaño, llamadas "copetonas", que tenían un vuelo muy cortito y vivían entre los pastos, preferentemente en los campos de alfalfa, alimentándose de los brotes de la misma y los pequeños insectos que pululaban por el suelo.
Lógicamente, había que seguir la moda, y recuerdo que mi padre, que siempre quería estar en la ola de la moda, consiguió organizar por medio de un jefe de estación de un caserío llamado
El cachafaz
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